martes, diciembre 05, 2006


Francisco Legaz Nieto, escritor, filósofo y Diplomado en enfermería es autor de nueve novelas, además de múltiples artículos y colaboraciones en diversos medios. Ha ganado varios premios con sus novelas, y con alguno de sus relatos breves.

"El horizonte está en la escalera" es una novela intimista, que navega a través de la compleja psicología de una mujer que permanece inmóvil en su cama a causa de una enfermedad incurable, pero cuyos sueños consiguen que vuele cada noche.

Novela publicada en 1.997 por la editorial Ópera Prima, tuvo muy buena aceptación de la crítica y del público, apareciendo 56 menciones a ella en la prensa durante los dos meses siguientes a su publicación.

ARTÍCULO DEL AUTOR APARECIDO EN EL NÚMERO 1 DE IRREVERENTES


LOS ESCRITORES SON COMO LOS NARANJOS

La política, el libre mercado, la globalización, la democracia; son estos algunos de los caracteres que están incluidos en la idea de lo que se ha dado en llamar cultura; nuestra cultura. Una cultura basada fundamentalmente en el dinero; el comercio.. Una cultura en la que cosas como el trabajo o la tierra, han pasado a ser mercancías al uso. Mercancías que nunca antes lo habían sido; incluso el dinero también lo es. También se compra y se vende el dinero. Recuerdo que cuando escuché esto por primera vez, tardé mucho tiempo en entenderlo. Ahora lo veo claro. El dinero tiene un precio que es el interés; así de simple. La literatura entra a formar parte de todo este mercado con su propia fuerza. La literatura también se compra y se vende; es otro valor de mercado, otra mercancía. Y así las editoriales, compran literatura o invierten en ella para venderla posteriormente, con la esperanza de obtener un beneficio; una plusvalía. Por lo tanto sería ideal el tener una editorial que produjera sus propias obras, maximizando así las ganancias, al prescindir de los autores o productores. Esto ya es un hecho; ya existe. Muchas editoriales compran con antelación, incluso antes de la propia creación y por encargo previo, las obras que van a vender posteriormente y aún de forma más eficaz tienen contratados a sus propios escritores que realizan las tareas propias de este oficio a precios fijos que no dependen de la valía de la obra o de su calidad intrínseca, ya que escriben atendiendo a la supuesta demanda social de este o de aquel tipo de texto, según van dictando los especialistas en marketing o ventas. Por lo tanto, las editoriales, se han convertido en máquinas productoras de cultura; auténticas factorías del saber. La producen, la empaquetan y la venden, creando y atendiendo las necesidades previamente diseñadas, que se ajustan a sus criterios de calidad. Me recuerda esto un poco a un curioso fraude detectado, según el cual, cierto laboratorio farmacéutico se inventó una enfermedad inexistente, difundiendo en los medios sus evidentes síntomas, y claro está, fabricaba y vendía el fármaco que, milagrosamente, curaba esa supuesta enfermedad. El laboratorio creaba la enfermedad, difundía los síntomas, producía los enfermos, comercializaba el fármaco milagroso, y a su vez los pacientes supuestos, eran consumidores ciegos del remedio para su mal. El círculo, como ocurre en las grandes editoriales, queda cerrado perfectamente. Una auténtica maravilla.

Debido a la manipulación de los precios en origen, por parte de las grandes empresas de la fruta de EEUU, las naranjas se pudren en los árboles mientras la gente se muere de hambre sin ni siquiera poder comerse la fruta podrida. Lo dijo John Steinbeck nada menos que en 1.939, en su apoteósico “Las uvas de la ira”. Cambiemos naranjas por novelas; el resultado es el mismo. Pero los naranjos, cada temporada, siguen dando sus frutos, sin importarles para nada, el precio que marque nadie. Los escritores seguimos escribiendo. Unos años damos frutos de más calidad, otros de menos, pero la fruta sigue ahí, esperando ser consumida; esperando su paladar correspondiente; a veces se pudre en el árbol. La cultura sigue su curso; es de suponer o se le supone. Aunque también la idea de cultura está sometida a todo esto. Si quieres poner nervioso a un antropólogo nómbrasela. No hay término más confuso que el de “cultura”. Sin embargo es una palabra que tiene penetración psicológica. Todo el mundo es capaz de entender lo que significa cultura. Tenemos nuestra cultura; pertenecemos a esta o a aquella cultura. La cultura se empezó a estudiar como concepto hace más de un siglo. Al principio se enfocó la atención en los pueblos antiguos, a los que se les suponía virginales en el sentido de que no habían tenido contacto con occidente o con la civilización; otro término parecido al de cultura. Pero pronto todos estos pueblos fueron desapareciendo, sobre todo desde que Europa decidió extender su mano para tomar sus riquezas. Fueron desapareciendo o bien literalmente como en muchos casos, o bien integrándose en la nueva “cultura” que pretendía colonizarlos, de forma que hoy, el objeto de todos aquellos estudios culturales antropológicos ha desaparecido. Así ocurre que hablar de cultura local o nacional, tiene cada vez menos sentido, ya que asistimos al proceso de la globalización, que parece que es lo contrario de lo que significa más o menos el de cultura. La globalización devora todo lo que encuentra a su paso. “Hubo un tiempo en que estábamos bien. Hubo un tiempo en que estábamos en la tierra y teníamos unos límites. Los viejos morían, y nacían los pequeños y éramos siempre una cosa”. También lo dice Seteinbeck en “Las uvas de la ira”, pero ese tiempo ya pasó… Borges, lo dice aún más claro. “le tocaron como a todos malos tiempos en los que vivir”. Será la condición humana que es así de depresiva y triste. Siempre, a todos, nos tocan malos tiempos.

Por todo esto, me gustaría intentar transmitir el valor de la literatura como auténtica medicina contra todos estos trastornos, como fuerza liberadora para la mente humana que necesita, porque es necesaria, una puerta por la que escapar; un lugar en donde sentirse relajado sin la presión constante de la propia vida; un lugar en donde el escándalo ruidoso de la realidad feroz e inhumana de crueles guerras, e interminables conflictos y ruinas y pobrezas abismales y antiguas no se escucha. Sentados frente a un libro, en silencio, solo escuchamos lo que el autor nos cuenta, y sobre todo, lo que nuestros sentimientos y nuestra imaginación quieren dictarnos. A través de la literatura el individual microcosmos se expande y se convierte en un macrocosmos inmenso, capaz de llegar a todos los rincones; a cualquier rincón por oscuro y siniestro que sea. El cerebro humano tiene un problema, y es que es capaz de imaginar muchísimas más cosas de las que en realidad puede llevar a cabo física o realmente. La literatura soluciona en parte este gran fallo en nuestro diseño, esta frustración, abriéndonos de par en par la puerta de la imaginación, dejando así que entre el aire fresco de otras realidades.

En la última escena de “las uvas de la ira” es muy fácil sentir un escalofrío. Un hombre se muere literalmente de hambre. Una mujer decide amamantarle en su pecho como si fuese un recién nacido. Son campesinos que, por la codicia de las grandes empresas, la crueldad del mercado y por otras muchas razones que se pueden incluir en el maravilloso principio del etcétera, se ven arrancados de la madre tierra que les alimentó durante muchas generaciones. Y expulsados de sus lugares de origen, buscan desesperados la tierra prometida sin encontrarla. Me gusta recordar la escena en la que un tractor de la nueva empresa propietaria de los terrenos, rompe con absoluto desprecio una esquina de la casa de los campesinos, con tal de no variar ni un milímetro la perfecta línea recta del surco de los nuevos cultivos de algodón. No hay propietarios. El conductor del tractor es otro asalariado muerto también de hambre. No hay sindicatos a los que pedir auxilio, no hay nadie a quien matar para vengarse, dice el campesino.

Terminar diciendo que no me importa que la apisonadora aplaste mi casa. La puerta de la casa de mi imaginación está permanentemente abierta, y por ella me escapo cuando quiero; cuando puedo.

Gracias de corazón a los que me abrieron los ojos a este mundo maravilloso.

martes, junio 06, 2006

El día 27 de Mayo de 2006, Francisco Legaz, recibió en la asociación "FRATER" de Madrid, el segundo premio literario, en la modalidad de "cuento", por su relato "JULIÁN Y MARÍA", que fue entregado al autor en la sede de la asociación en la calle Montserrat, en un emotivo acto literario.

jueves, junio 01, 2006

Legaz en la Feria del Libro de Madrid

Hoy, jueves, 1 de junio, Francisco Legaz firmará ejemplares de su obra Un viaje hacia el abismo en la Feria del Libro de Madrid, en la caseta 22, de Distrifer. Estará acompañado por el también escritor irreverente, Miguel Angel de Rus. La firma será de 19h a 21h.

martes, mayo 16, 2006

Primeras páginas de "Un viaje hacia el abismo"

Cuando visitaba Madrid, bien sea por obligaciones de su profesión, o bien por visitas de placer, prefería hacerlo en tren. Llevaba tantos años viviendo en pequeños pueblos, que no soportaba las aglomeraciones y el tráfico infernal de las grandes ciudades.
Viajaba a Madrid con cierta frecuencia, y aquellos viajes significaban siempre sexo para él. Esta vez, como otras muchas, el motivo, o más bien la excusa, era profesional, pero según el tren comenzó a atravesar los primeros suburbios de la gran ciudad, aproximándose lentamente a la gran estación central, sintió la punzada del deseo en su interior, y notó como la premura por satisfacer sus instintos aumentaba con la proximidad a Madrid. Un pecado perdonable en un hombre con casi treinta años a sus espaldas como sacerdote, sin ninguna otra mancha en su historial. Había sido llamado por la superioridad para recibir la explicación de un trabajo que tenía que realizar en su parroquia que, al parecer, se iba a hacer extensivo en todo el territorio. La entrevista con el superior fue breve. Recibió el encargo y el dinero para organizar un baile de disfraces en el pueblo, de los que él atendía, que él mismo eligiera. Enseguida pensó en el más grande ya que le parecía el más adecuado para instalar a la orquesta en la plaza. No era tiempo de carnaval, pero últimamente el obispado se proponía modernizarse, y esta iniciativa formaba parte de un extenso programa que pretendía lavar la imagen conservadora y ultra religiosa que en los últimos tiempos había ido proyectando en la sociedad. Hacía algunos meses recibió una nota breve en la que se le pedía que procurara no utilizar el latín entre sus feligreses. Alfonso lo sintió pero, poco a poco, fue dejando de lado su costumbre de citar frases en latín en sus homilías. Además sabía que nadie le comprendía. Incluso a veces dudaba de si sería escuchado por alguna persona. Tenía la sensación de que cuando hablaba nadie le atendía, ya que la mayoría de la gente andaba mucho más preocupada por sus cosas como para escucharle a él. Antes de despedirse, habló sobre el pueblo habitado por un solo hombre. Desde hacía meses, tenía un cierto temor a visitarle, ya que le miraba con ojos poco tranquilizadores. Decidieron, dado el matiz del asunto, que no era necesario volver allí. Se le mandaría una nota por correo para que asistiera, si así lo deseaba, a los servicios religiosos del pueblo habitado más próximo. Esto le dejó más tranquilo. Salió del edificio antiguo y de regio lujo, en pleno centro de la ciudad, con la carta y el dinero en el bolsillo, y se dirigió inmediatamente al lugar en el que sabía que podía satisfacer su gran deseo sexual. Estaba nervioso y caminaba casi apresuradamente con tal de llegar lo antes posible a la casa de aquella mujer en la que volcaría todas sus ganas acumuladas durante las últimas semanas, durante las cuales ni siquiera se masturbó por no derrochar ni una gota de sus energías.
Fue todo tan rápido que incluso le pareció excesivamente breve, pero las caricias y las dulces palabras que recibió de Azucena a cambio de aquel dinero le dejaron plenamente satisfecho para una temporada. Bajó las escaleras y sin pensarlo mucho se dirigió a la estación para tomar el tren de regreso a su pequeño pueblo.
Durante el viaje fue ligeramente atormentado por un pequeño sentimiento de culpa. No era la primera vez que le ocurría, pero tenía los recursos mentales necesarios como para vencer el ataque del superyo. Normalmente, al día siguiente no solía recordar nada. Tal vez se encontraba algo extraño, pero desayunaba y todo quedaba guardado en un rincón oculto de su enorme memoria, capaz de seleccionar solamente los recuerdos que tenían una utilidad psicológica, y desechar los que podían interferir en el ordenado transcurso de su vida. Según pasaron los años, durante los cuales visitaba a aquellas mujeres, terminó siendo comprensivo consigo mismo, en cuanto supero el complejo de culpa de las primeras veces. Antes, claro está, pasó por otras fases. Pensó muchas veces que muchos de sus compañeros de profesión, tenían el mismo secreto vicio que él. Y así, amparándose en el figurado consuelo de que no era el único, comenzó a restarle importancia al hecho de las visitas a prostitutas, hasta que convirtió el asunto en algo banal y casi sin valor dentro de su personal y amplia moral de sacerdote que, en otros tiempos, utilizó el latín como si fuera un escudo protector tras el que esconderse y ocultar su atormentada y contradictoria personalidad.
El baile, con la ayuda de muchos parroquianos, quedó finalmente organizado y comenzó aquella estrellada noche de verano sin luna, bajo la iluminación de los potentes focos del equipo que convertían el pueblo en una isla de luz en medio de la oscuridad del campo. Todo transcurría con normalidad y alegría, pero la muerte hizo su acto de presencia para enturbiar y confundirlo todo. Sólo uno de los muchos hombres que estaban en la celebración, pudo ver con claridad, como aquella mujer desconocida, apuntó al centro de la espalda del cura, y disparó a sangre fría; la bala helada que segó la vida de Alfonso. Estaba en ese momento bailando con dos o tres chicas del pueblo. Primero se tambaleó y dio cuatro o cinco pasos sin rumbo claro, y por fin se derrumbó en el suelo como un muñeco de trapo sin vida y desmadejado. Se formó un corro de gente a su alrededor, y enseguida todos se dieron cuenta de que había muerto de un disparo. La sangre delató pronto la herida, y cuando dejó de manar de su espalda, y su pecho, todas aquellas personas se fueron apartando, dando por hecho que nada se podía hacer a aquellas alturas. Sólo el hombre que vio a la asesina llevar a cabo su crimen continuaba nervioso, muy alterado, y fue el único que derramó lágrimas en aquel triste momento. Nadie más lloró, porque Alfonso no era un hombre muy apreciado, y la noche comenzó a ponerse fresca.

Más información en http://www.edicionesirreverentes.com

viernes, mayo 12, 2006

Se presentó en Madrid Un viaje hacia el abismo, novela sobre la soledad, el destino y la muerte

"Los dos protagonistas de Un viaje hacia el abismo están solos. Ella, viviendo en una gran ciudad; él, en un pueblo abandonado, que podría ser cualquier pueblo de Castilla o de Aragón. Ambos escapan de la soledad y se encuentran en un tren que les lleva hacia un destino inesperado", afirmó Francisco Legaz en su encuentro con los periodistas esta mañana en un céntrico café madrileño. "Tengo mucha relación con Castilla, sobre todo con Zamora, y he reflejado la vida de uno de esos hombres que conzco bien, que viven en un pueblo al que se ha dejado morir. Quizá piense que su soledad es única, pero es una constante en el mundo actual, y es difícil huir de ella. Todos intentamos escapar, y el tren, el viaje, es una metáfora de esa huida."
Narrativa intimista, una visión psicológica que profundiza en el alma de sus personajes, el entorno que participa como un actor más… En Un viaje hacia el abismo encontramos seres humanos que se suicidan inducidos por el comportamiento de los otros, un sacerdote para el que llegar a la gran ciudad supone gozar de la compañía de mujeres de pago; un asesinato, una mujer que decide abandonarlo todo y emprender un viaje de huida y un hombre que desde un lugar completamente distinto, decide hacer lo mismo, en sentido contrario.
La vida del hombre y la de la mujer se cruzan por azar, y desde ese momento comienzan a ocurrir toda una serie de acontecimientos que desembocarán en una espiral de la que ya no podrán escapar y que les engulle a los dos, uniendo fatalmente sus destinos. Normalmente la vida se comporta así con todo el mundo, por lo que no merece la pena asustarse; simplemente podemos dejarnos llevar. El futuro se destruye cada milésima de segundo. Tras el viaje de la vida, quedan pocas certidumbres; que la ciencia de los sacerdotes se basa en nuestra credulidad, que la prisa mata, que el tren nos hace más libres y señores, que algo terrible nos espera al final del camino.
Un viaje hacia el abismo es el cuarto volumen de la colección Novísima Biblioteca, de Ediciones Irreverentes, editorial en la que han publicado autores como Francisco Umbral, Fernando Savater, Francisco Nieva, Augusto Monterroso, José Luis Alonso de Santos, Horacio Vázquez Rial y Luis Alberto de Cuenca.

miércoles, mayo 10, 2006

Presentación de Un viaje hacia el abismo en el Círculo Catalán de Madrid, el 11 de mayo

El jueves, día 11 de mayo, a las 20h, se presenta en el Círculo Catalán de Madrid (Plaza de España) el libro Un viaje hacia el abismo, de Francisco Legaz . La asistencia es libre y gratuita. Al terminar el acto, el autor firmará ejemplares de su obra.
Francisco Legaz tendrá un encuentro con los medios en el Café El Espejo el mismo jueves, día 11, a las 11h . Ese mismo día se emitirán entrevistas con él en Radio Nacional de España y Radio Intereconomía, entre otras. Un viaje hacia el abismo es su primera novela en Ediciones Irreverentes

jueves, mayo 04, 2006

BIOGRAFÍA DE FRANCISCO LEGAZ


Francisco Antonio Legaz NietoNacido en Madrid, es Licenciado en Filosofía y Diplomado Universitario en Enfermería, Diplomado en gestión de Atención Primaria, Experto en terapia psicoanalítica grupal, y actualmente está cursando el último curso de la licenciatura de Antropología social y cultural. Profesor de prácticas de la asignatura de Enfermería comunitaria de la escuela de enfermería de la Universidad Complutense de Madrid desde 1991. Profesor asociado de la Universidad Alfonso X el sabio, de la asignatura de Enfermería Comunitaria. Ha recibido la Orla de la Universidad Complutense, en el año 2006, por su labor docente. Comenzó a escribir en los años ochenta, y es autor de siete novelas: "La memoria vacía", "Colóquese siempre en posición horizontal", "Mujeres de otoño", "Palabras encadenadas", "El horizonte está en la escalera", "Un viaje hacia el abismo" y "Trazo blanco sobre lienzo blanco". Coautor de las obras: "13 para el 21", "Relatos contra el olvido", "250 años de terror", "Pongamos palabras a la realidad" y autor de numerosos relatos, artículos y comentarios literarios, publicados en diversos medios. Su novela “Trazo blanco sobre lienzo blanco”, ha sido finalista del premio de novela “IRREVERENTES” en el año 2008. Obtuvo el segundo premio en el certamen literario "día internacional de la mujer trabajadora" en el año 2004 por su relato"JULIÁN Y MARÍA". También ha obtenido el segundo premio, otorgado por la asociación Frater, por su relato: “LA LLUVIA EN UN ESPEJO”, que fue entregado al autor en la sede de la asociación en la calle Montserrat. Es autor de un ensayo sobre enfermería: "Enfermería, mucho cuidado". Colaborador habitual de la revista "Contrastes" de la Universidad Complutense de Madrid, como comentarista literario. También colabora mensualmente de la revista "La voz del Tajuña" y en el periódico "Irreverentes", con artículos literarios y relatos. Actualmente dirige y presenta el programa de radio "El bosque de las palabras" dedicado al mundo de la literatura, que se emite en directo todos los martes desde Radio Morata, y que ha obtenido el premio al mejor programa cultural del año 2008, como auténtico ejemplo de la integración de la cultura y el entretenimiento.

Un viaje hacia el abismo, primera novela de Francisco Legaz en Ediciones Irreverentes

En Un viaje hacia el abismo, primera novela publicada por Francisco Legaz en Ediciones Irreverentes, encontramos seres humanos que se suicidan inducidos por el comportamiento de los otros, un sacerdote para el que llegar a la gran ciudad supone gozar de la compañía de mujeres de pago; un asesinato, una mujer que decide abandonarlo todo y emprender un viaje de huida y un hombre que desde un lugar completamente distinto, decide hacer lo mismo, en sentido contrario.
La vida del hombre y la mujer se cruzan por azar, y desde ese momento comienzan a ocurrir toda una serie de acontecimientos que desembocarán en una espiral de la que ya no podrán escapar y que les engulle a los dos, uniendo fatalmente sus destinos. Normalmente la vida se comporta así con todo el mundo, por lo que no merece la pena asustarse; simplemente podemos dejarnos llevar. El futuro se destruye cada milésima de segundo. El pasado no es más que un ideal.
Tras el viaje de la vida, quedan pocas certidumbres; que la ciencia de los sacerdotes se basa en nuestra credulidad, que la prisa mata, que el tren nos hace más libres y señores, que algo terrible nos espera al final del camino.
Un viaje hacia el abismo es el cuarto volumen de la colección Novísima Biblioteca, de Ediciones Irreverentes, editorial en la que han publicado autores como Francisco Umbral, Fernando Savater, Francisco Nieva, Augusto Monterroso, José Luis Alonso de Santos, Horacio Vázquez Rial y Luis Alberto de Cuenca.