miércoles, enero 07, 2009

MICRORELATOS DEL AUTOR


TRISTEZA

Están los dos sentados en un café. El no levanta la vista de la taza; ella parece enfadada. No se entiende bien lo que dice, pero hay momentos en los que se acerca demasiado al rostro de él, que de de vez en cuando se encoge de hombros, sin levantar nunca la mirada. De pronto ella recoge sus cosas y se va llorando; le deja allí solo. Suena el móvil. Él habla: Hola cariño, enseguida voy para casa. Sonríe.


NOSTALGIAComo hace diez años que murieron mis padres, decidí ir a visitar el fin de semana pasado, lo que queda de la antigua casa del pueblo, que hoy está abandonada. Al llegar me acerqué a la valla de la huerta, desde donde se veía la casa de Julia. Nos criamos juntos, nos bañamos desnudos en el río muchas veces, y decíamos que éramos novios. Pero yo estuve siempre enamorado de su madre. Aún está la cuerda en donde tendía la ropa, y he visto que ahora se posan pájaros en ella.


EUFORIADespués de veinte años, cuando volvía a casa, me he encontrado con Julia en el metro. Nos criamos juntos en el pueblo, y decíamos a todo el mundo que éramos novios. Después la vida nos separó. Pero hoy cuando la he visto, he sentido la antigua punzada del deseo, y se lo he dicho claramente. Hemos terminado haciendo el amor en un hotel. Nunca nos hemos olvidado el uno del otro. La vida, repartiendo premios, es maravillosa.

TOCAR TIERRA MOJADA

Hacía diez años que no iba al lugar en donde nací. La casa la vendimos cuando mis padres murieron, pero llevaba tiempo queriendo volver, porque tenía mucho interés en hacer una cosa. Y como al llegar vi que allí no había nadie, me salté la tapia de la huerta, que estaba tristemente abandonada, me agaché y puse la palma de la mano en el suelo. La tierra seguía mojada, como siempre.

A QUÉ HUELE UN BEBE

Me dijo que estaba embarazada una mañana en la que llovía muchísimo. Corrimos a refugiarnos en un café para poder hablar de nuestro futuro. Yo no quería un niño; era un mal momento para mi vida profesional. Debería dejar algunos de los proyectos que tenía en marcha, y a regañadientes, fui poco a poco desmontándolo todo. Después nació, aspiré su olor nuevo, pasaron los años, y hoy es lo más importante de mi vida.


COMO SUENA UN CRISTAL AL ROMPERSE

Desde que me entregaron hace meses el vehículo reparado y limpio, no había vuelto a lavarlo, pero como me sentía algo recuperado, decidí hacerlo aquella mañana. Así es que bajé al lavadero y me puse a limpiar con el rito de siempre. Todo iba bien, hasta que llegó el momento de aspirar las alfombras. Las retiré para sacudirlas, y allí estaban los trocitos pequeños de cristal manchados de tu sangre. Recordé entonces el estallido.


A QUE SABE UN BESO

Firmamos con aquel beso, una sentencia de amor que nos condenaba a recordarlo para siempre. Era el primero. Y aún hoy, después de tantos años, te sigo besando con la memoria. Te recuerdo perfectamente aunque no te volví a ver nunca más. Recuerdo el tacto de tu piel y tus cabellos despeinados. Pero lo que más me duele es que, por desgracia, se me ha olvidado a que sabías. Tendrías que volver a besarme otra vez.

MICRORELATOS, MICROCUENTOS


MICRO RELATOS, MICROCUENTOS, Y OTRAS MENUDENCIAS.

A Monterroso le dieron el príncipe de Asturias. Y además es el autor de el cuento más breve de la historia de la literatura. Dice así:«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí»Max Aub, escribió otro micro relato que para mi es aún mejor incluido en su libro “Crímenes ejemplares”. Dice así: «Lo maté porque era de Vinaroz»Pero en esto de los microcuentos, ya hay material para hacer enciclopedias. La verdad es que me parecen geniales, y algunos son realmente evocadores de miles de cosas. Ahí van algunos ejemplos:«La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones».«Dos caballeros comparten el vagón de un ferrocarril. Yo no creo en fantasmas, dice uno de ellos. ¿De veras?, responde el otro. Y desaparece».«Dejó de fumar, pero reincidió porque le seguían los ceniceros hambrientos». Este es de Gómez de la Serna.«Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y antes de empezar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace seis años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio». Y este es de Luis Mateo DiezEste está escrito por el padre de la Wikipedia Jimmy Wales: “Sí, tú puedes editar esta biografía”Este me gustaría, por la edad coincidente, haberlo escrito yo: “Cincuenta años, existencia de Dios improbable”Y Por fin yo le doy el premio máximo a este: “no es como lo había imaginado”. Me encanta.Para terminar, y especialmente dedicado a Astrofísicos, ahí va este de Monterroso. No es un micro relato, pero casi. Es muy bueno, y os recomiendo que perdáis los escasos cinco minutos que se tarda en leer:El eclipseCuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.