sábado, abril 19, 2008

PRIMEROS PÁRRAFOS DEL RELATO DE FRANCSCO APARECIDO EN EL DIARIO "IRREVERENTES" DEL MES DE MARZO DE 2008.


NI ELLA NI YO
El aplastante mutismo de los hechos, que ocurren de forma sistemática, sin demostrar nunca nada a las claras, hicieron que Teresa desistiera muy pronto de tratar de interpretarlos. Incluso en algunas raras ocasiones, cuando descubría el mensaje escondido que llevan dentro todas las cosas, no era nunca capaz de descifrarlo, debido al bloqueo al que fue sistemáticamente sometida durante toda su infancia. Sus padres a su vez, también era impenetrables a las cosas de Teresa, y tan solo parecían abrir un resquicio en su alma, para una profunda religiosidad que, desde el principio marcó para siempre la vida de aquella familia. Teresa fue creciendo, y con las poquísimas herramientas que le fueron entregadas por los que la educaron, descubrió poco a poco que teniendo paciencia, empiezas tarde o temprano a encontrar la puerta de entrada de todas esas cosas que llamamos retóricamente “los misterios de la vida”. Pero el problema no era encontrar la entrada, sino que la verdadera dificultad para Teresa, era atravesar aquellas puertas. Nunca lo consiguió, ya que sus padres, actuaban siempre de cancerberos insobornables, como el monstruoso perro de tres cabezas, que protegía Hades, el inframundo de la antigua Grecia, no dejando salir de él a los muertos, ni dejando entrar nunca a los vivos. Jamás accedieron aquellos padres a que su hija viese por un momento ninguna luz, salvo en el instante de su alumbramiento. Y la única luminosidad que fueron capaces de mostrar a la pobre niña, que crecía confundida en medio de todo aquel océano de misterios, fue la luz antigua que ilumina la penumbra de las iglesias. Teresa fue creciendo en ese ambiente oscuro y cerrado. Apenas hablaba, y su rostro fue adoptando, según perdía la espontaneidad de la infancia, una rigidez que demostraba el conflicto y la represión que vivía en su interior. Y así, con el paso de los años, sus padres empezaron a notar que se alejaban de ella, aunque en realidad era ella la que se alejaba de sus padres y del mundo, en un viaje constante hacia su interior.